jueves, 7 de mayo de 2020

"DONDE NACEN LOS RÍOS" TOUR. CABALGANDO EN SOLITARIO

INTROUDUCCIÓN

Por fin tengo tiempo -gentileza del confinamiento por la pandemia del covid-19-, para relataros otra incursión mayoritariamente conquense, aunque también turolense y guadalajareña que realicé hace unos años.Con una situación geográfica similar al "Universal Mounts Tour", la experiencia fue completamente diferente debido, principalmente, a las condiciones meteorológicas y al hecho de realizar la travesía en solitario. 

Corría el verano de 2016 y, por diferentes circunstancias, no podía disponer en esa ocasión de compañero/s de penurias. Me encontraba, o al menos eso pensaba, en buena forma y había fantaseado con una travesía que incluyera varias etapas de la transpirenaica, pero el hecho de afrontar por primera vez una travesía en solitario me hizo ser cauto y diseñar algo menos exigente y, sobre todo, de menos días, no fuera a ser que, en la soledad, descubriera que no me aguantaba a mí mismo, jajaj.

Inspirado en parte en la Travesía del Sistema Ibérico en BTT, aproveché para visitar las cabeceras de los ríos Tajo, Turia y Cuervo y las curiosas formaciones geológicas de la Serranía de Cuenca (la Ciudad Encantada y los Callejones de las Majadas). Por aquello de amortizar mi tienda de campaña ultraligera, decidí tratar de pernoctar, en la medida de lo posible, en los campings de la zona. Esto no siempre fue posible y cuando lo fue se tradujo en etapas bastante desiguales -que, no obstante, disfruté bastante-, como ahora os detallaré. La cosa quedó tal que así:

ETAPA 1. CARBONERAS DE GUADAZAÓN - CAÑETE

Análisis wikiloc

Esta primera etapa, considerada de toma de contacto, fue, en realidad, algo improvisada. Mi intención primera era realizar una etapa bastante cañera tirando a epopéyica desde Cardenete, transitando de Cardenete a Villar del Humo por la carretera para, desde allí, por caminos, llegar hasta Pajaroncillo, por donde enlazaría con los últimos 18 kms. del recorrido que finalmente hice. Ahora sé, porque posteriormente -y sin alforjas- he hecho el trayecto de Villar del Humo a Pajaroncillo por pistas, que hubiera sido un suplicio, puesto que hay tramos muy rotos con un desnivel muy bestia. Nuevamente se cumple el viejo axioma de que las rutas se pintan muy fácilmente en el ordenador.

La razón de acortar la etapa, sin embargo, hay que buscarla en las primeras horas de la mañana de ese mismo día. Había dejado para ese momento la preparación de los bártulos y todo lo necesario para la travesía (como veis, la veteranía no siempre es un grado) para, una vez listo, coger el tren regional hasta Cardenete. De camino a la estación recordé que había olvidado el frontal y, aunque tuve el impulso de prescindir de él y continuar a la estación, finalmente retorné a casa, perdiendo con ello el tren de la mañana. Visto retrospectivamente, ese error y la consecuente etapa recortada, me ahorrarían bastante padecimiento, aunque es cierto que la primera etapa perdió mucho esplendor. El frontal, por cierto, también resultaría imprescindible.

Así pues, a las 18:30 comenzaba mi etapa y travesía. Nada reseñable por la que respecta al primer tramo de la misma, esto es, el trayecto por carretera desde Carboneras de Guadazaón hasta el desvío a Pajaroncillo. Al menos, eso sí, este tramo anodino me sirvió para pensar en un nombre evocativo para la travesía.

Una vez cogí el desvío a la izquierda hacia Pajaroncillo, la carreterita ya era de las que me gustan, remontando una ligera vaguada a la izquierda, donde se siembra cereal. En apenas un kilómetro apareció Pajaroncillo, que lo atravesé de sur a norte para, dejando ya el asfalto, coger lo que se conoce como el "Camino de la Fuente Sierra". El camino, en un principio, discurre por la misma vega por la que veníamos hacia Pajaroncillo. No siendo malo, requiere de cierta pericia y jugar con los desarrollos para "traccionar" bien, puesto que a veces resulta muy arenoso y a veces muy pedregoso. Un poco más allá, sobre el km 15 de nuestro recorrido, el mismo camino ya abandona definitivamente la vega y comienza a subir montaña arriba. Hay un primer tramo, de aproximadamente, 1,5 km., con un 6% de desnivel; luego, tras un pequeño descanso, otro tramo aún peor, de unos 2 km a una media del 10% y picos del 13 y 14% que me obligaron a poner pie a tierra para relajar musculatura y aminorar pulsaciones. El firme, empero, en toda esta subida es mejor que el que llevábamos abajo en el valle.


Pequeño descanso en el tramo duro de subida

El tramo duro acaba en un cruce de caminos, con una bonita vista a todo el Valle de Pajaroncillo, y ahí podríamos considerar que acaba el puerto. Un poco azorado ya por la hora (me había comprometido con el dueño del hostal a determinada hora), prescindí de la foto y proseguí otros 3 kms, entre los kms. 19 y 22 de nuestra ruta, en una zona de toboganes hasta que gané el Collado del Rento y bajé vertiginosamente por el barranco de Gorgogil (media del -9%). Advertiros que, al poco de comenzar el descenso, el carril empieza a tener asfalto, pero tan roto que no lo hace sino más peligroso.

Finalizado el descenso, se llega a un pequeño vallecito formado por la conjunción del Arroyo de Gogogil y el de Las Tres Fuentes; un sitio precioso, antesala de la Puerta de la Virgen, puerta sur de la muralla de Cañete.

Así pues, la primera etapa quedó con unos 28 kms., algo más de 500 metros de desnivel positivo y unos 17,5 kms de caminos (el 59% del total del recorrido). Desde luego, no fueron los 60 km con más de 1300 m positivos que calculo que hubieran completado la etapa original, pero, como toma de contacto, más que suficiente.


Pequeño vallecillo en las inmediaciones de Cañete, donde han aprovechado para hacer el campo de fútbol
Cañete, por cierto, uno de los municipios importantes de la Serranía Baja, es, además un pueblo amurallado bellísimo. Me resultó, sin embargo, curioso la poca cantidad de bares abiertos para cenar que, según algún lugareño que consulté, era debido a que las fiestas son, sobre todo, en Agosto y Septiembre, y, motivo por el cual -el de la falta de bares disponibles- tuve que cenar en el pequeño hotel de la localidad, que está situado en la otra punta del pueblo donde se encontraba mi alojamiento. Buena excusa para estirar las piernas. Falta me haría para lo que tenía por delante la siguiente jornada.


ETAPA 2. CAÑETE - CAMPING OREA


Con más de 1700 de metros de desnivel positivo (2000 según Wikiloc, que siempre es un poco más generoso), 82 de los 88 kms por caminos, más de 7 h y media dando pedales y un sol de justicia donde toda la jornada, resultaría la etapa reina de la travesía. 

Abandoné Cañete -menos temprano de lo que me hubiera gustado- para tomar dirección NO pero, para evitar en la medida de lo posible la carretera nacional, tomé un camino paralelo al Río Mayor del Molinillo. El camino, en un ligerísimo ascenso, resultó sumamente agradable, con buen firme y, en muchas ocasiones, a la sombra los chopos, cosa que ya se agradecía incluso a primera hora de la mañana. 

En el kilómetro 11,5 llegaría a Salinas del Manzano, donde tenía previsto aprovisionarme de fruta y alguna otra cosa fresca. Galletas, Nocilla, comida deshidratada, barritas energéticas y ese tipo de cosas ya tenía, pero había pensado que la fruta fresca sería bueno comprarla al día. No me imaginaba todavía que lo de la "España vaciada" no es ninguna hipérbole. 

Así pues, sin peso extra en mis alforjas, puesto que nada encontré abierto en Salinas del Manzano, afronté, al poco, la subida al conocido como "Camino de la Rocha", dejando ya la paralela de la nacional. Desde que uno toma el camino, en la carretera, hasta coronar, son 1300 metros con casi un 12% de desnivel. Una vez coronado, breve descanso para seguir ascendiendo aunque, afortunadamente, de manera más tendida. Adentrado ya en el bosque, el paisaje era imponente y me transmitía una soledad que a ratos me abrumaba. Ciertamente, hasta llegar a Zafrilla, km 31 de nuestra ruta, sólo encontré vestigios humanos -y no precisamente recientes- en el antiguo rento del Collado Verde de Abajo, y la sucesión de tramos ascendentes y pedregosos bajo un sol implacable hacía presagiar que me enfrentaba a una etapa formidable.

Vista del valle por donde discurre la N-420 desde el Camino de la Rocha


Alcanzado Zafrilla, aún a sabiendas de que no había completado ni la mitad de la etapa, me sentí aliviado. Al fin podría comprar víveres y comer decentemente en un bar. La realidad, empero, me dio otro hostión, porque sólo existía un bar en el pueblo en el que se cerveceaba y se tomaba el aperitivo, pero no se ofrecían comidas. La dueña del mismo, no obstante, debió de intuir en mi mueca lo jodido que empezaba a estar y, finalmente, me preparó un bocata de lomo y queso de barra de a cuarto. Fruta no había, claro, así que decidí joderme un par de helados y un carajillo. Con el ánimo, ahora sí, recobrado, la fortuna vino a verme y un jubilado que tomaba café me comentó que en el garaje de su casa vendía algo de fruta de los excedentes de una pequeña huerta familiar.

Algún lugar entre Salinas del Manzano y Zafrilla


Reemprendí, por tanto, la marcha más tarde de lo que había planeado, pero bastante eufórico. Los casi 4 kilómetros de subida por la llamada "Cuesta del Can" (media del 5,5%), eso sí, me quitaron rápidamente la tontería y me pusieron las piernas ya bastante tiesas. Recuerdo que el único ser viviente en ese horno parecían ser las cigarras. Tras un breve descenso, volví a ascender tenuemente por un camino que se me hizo eterno, siempre recto en dirección NO. Finalmente, ese maldito camino ligeramente ascendente terminaba, justo en la frontera con la provincia de Teruel, en una finca particular. Rondaba el km. 52 de nuestra ruta y los casi 1700 msnm. No había siquiera una puerta cerrada, sino que súbitamente aparecía una alambrada. Obviamente, no formaba parte de mis planes allanar una propiedad privada, pero no quedaba otra ante la ausencia de alternativas. Así pues, tratando de serenarme y comprobando en el GPS que indicaba que la carretera A-1704 estaba muy cerca, burlé la verja en una zona en la que había cedido algo en su parte inferior y continúe. Afortunadamente, un par de kms más allá, que además fueron en franco descenso, apareció, abierta, la puerta de salida de la finca advirtiendo del peligro de toros.





Apenas me incorporé al alquitranado elemento, dirección Frías de Albarracín, cuando el siguiente camino a izquierdas ya me indicó el Nacimiento del Río Tajo. Después de las fotos de rigor y de una "cuasi-ducha" por partes con el agua helada del manantial, continué, dirección N por un camino ancho con un firme espectacular, en la franja de los 1600 msnm, buscando Guadalaviar.

Nacimiento del Río Tajo

Poco puedo contaros de este pueblo turolense porque, nada más alcanzarlo, cogí a la izquierda la Calle Chaparrilla que, al poco, se convierte en un camino, primero hormigonado y luego de tierra. Desde allí, ya se pueden seguir las indicaciones al Nacimiento del Turia o Guadalaviar, que resultó encontrarse en un barranco a los pies del Cerro Bermejo y que, lamentablemente, encontré más seco que la mojama.
Tras la decepción de la cabecera del segundo río en la lista, merendola para afrontar los últimos 20 kms de etapa. Siguiendo el mismo camino que llevaba antes del desvío al Nacimiento del Turia, tras 10 kms de suaves toboganes y dejando a mi izquierda una zona de preciosos farallones, apareció Villanueva de las Tres Fuentes, un pueblo abandonado que me daría la bienvenida a la provincia de Guadalajara y al Parque Natural del Alto Tajo. Afortunadamente, el sol comenzaba a esconderse entre los árboles de esa zona y la temperatura bajó rápidamente, aunque los 80 kms de una etapa tan exigente comenzaban a pesar de lo lindo. Todavía me quedaría por superar una última dificultad montañosa: 4 kilómetros al 4%, una subida entre unos pinos altísimos que sólo disfruté en parte, porque empezaba a estar ya muy fatigado. La subida finaliza al ganar el Cerro del Caballo. Desde allí, descenso hasta llegar al Río de la Hoz Seca para tomar un carril asfaltado hasta el Camping de Orea.

Farallones cerca de Villanueva de las Tres Fuentes

Villanueva de las Tres Fuentes
Ganando el Cerro del Caballo

El camping, por cierto, se encuentra en un prado precioso, junto al lecho del Río de la Hoz Seca, pero, al menos cuando yo lo visité, olvidaos de cobertura de datos ni de teléfono. Eso me obligó, por si el tute no había sido suficiente, a remontar la montaña (esta vez a pie, por un cortafuegos) un par de kilómetros para avisar a la familia de que seguía dando tumbos por los Montes Universales y el Alto Tajo, a pesar de todo. A las 22:30, ayudado del frontal, montaba la tienda todavía sin haber cenado. A las tantas ya, mientras me calentaba unos spaguettis deshidratados, otro gran adagio del ciclismo resonaba en mi cabeza: ¡¡Qué duro es este deporte, Pedro!!


ETAPA 3. CAMPING OREA - CAMPING LA SERRADORA


Etapa de semi-descanso para disfrutar por fin un poco de los atractivos de la zona. Aunque ya estaba planeado de este modo desde Valencia, no me hubiera podido imaginar lo mucho que agradecería una jornada así, después de la fenomenal paliza del día anterior y justo antes del, llamémosle, "Díptico de la Serranía Alta de Cuenca".

Abandoné el Camping por el mismo carril por el que había accedido a él para, después, torcer a la derecha en dirección Orea por una de esas carreteras de 3 m de ancho que tanto me chiflan. Al llegar a Orea, km 6,2 de nuestra ruta y justo en el cruce con la carretera CM-2111, aproveché para visitar un centro de interpretación de la naturaleza del Alto Tajo más que decente. Orea, siendo un modesto pueblo, tiene mucha más entidad que los pueblos de la jornada anterior, y pude aprovechar para repostar fruta fresca y crema de sol, puesto todo hacía suponer que iba a seguir gastando de esta última en cantidades industriales.

Continué en dirección NO por la CM-2111, siempre en ligero descenso entre montañas extrañamente peladas, hasta alcanzar Checa. Al llegar a Checa, y una vez rellanada la mochila de hidratación, cambio de rumbo, tomando dirección S por la GU-982 para, apenas a los 500 m, coger un camino a la derecha. A partir de aquí comenzó la ascensión de la jornada, unos 5,5 km al 5,5% de pendiente media, aunque muy desigual (las primeras rampas, por ejemplo, son muy duras y luego hay tramos de falso llano). En la ascensión, por cierto, por fin me pude zambullir en un trozo de bosque que me vino genial para almorzar a la sombra. Una vez superada la única dificultad montañosa de la jornada, continué siempre en dirección a la ermita de Ribagorda durante unos 7 km ligeramente favorables. En el km 27, el descenso se hizo más pronunciado y, casi sin darme cuenta estaba ya en Peralejos de las Truchas.

Algún sitio cercano a la ermita de Ribagorda

Una vez en Peralejos, tomé la CM-2106 en dirección O para, un kilómetro más allá, encontrar mi destino: el Camping de la Serradora. En total, 36 kilómetros, 17 de los cuales por caminos y unos 500 metros de desnivel positivo.

Inmediaciones del camping


La llegada al camping a la hora de la comida me permitió dedicar la tarde entera a la lectura, el baño en las cristalinas aguas del Tajo, un pequeño repaso y limpieza de la burra y, en definitiva, relajarme y recuperar fuerzas.

Las aguas del Tajo a su paso por el Camping La Serradora


ETAPA 4. CAMPING LA SERRADORA - CAMPING LAS MAJADAS


Con dos fenomenales ascensiones, esta etapa también me resultó muy exigente. La pongo en un escalón algo menor a la segunda porque tiene 20 kms menos y se rueda, con la excepción de 7 kms, por asfalto; pero con los tres días previos de bici y los dos de dar con mi espalda en una fina esterilla a la hora de dormir, casi hacen equipararlas.

La primera gran ascensión aparecería apenas a los 2,7 kms de nuestra ruta, cuando abandoné la trazada del Tajo para iniciar, de nuevo en tierras conquenses, el puerto de Belvalle. El puerto consta de 7,1 kms, siendo los kms 1, y 3 y 4 los más fastidiados, con desniveles medios que no bajan del 8,5% y picos del 13, 14 y hasta 15%. Recuerdo, no obstante que, con la excepción del primer kilómetro y medio, no sé si por aquello de acometerlo al inicio de la jornada, lo superé relativamente cómodo. El puerto finaliza poco antes de la intersección con la CM-2106. Al llegar a ella, tomé dirección Tragacete. Después de un pequeño descenso y otra vez un suave y corto ascenso, la carretera se queda en un altiplano rozando la franja de los 1600 msnm, lo cual hacía que corriera una suave brisa y que el sol abrasador de otras jornadas fuera un poco más benevolente en esta ocasión. 

Adiós al Tajo. Cuenca nos recibe con el puerto de Belvalle

Coronando Belvalle. Ya aparecen las indicaciones al Río Cuervo

Justo en el km 20 de nuestra ruta, decidí abandonar un rato la carretera que, siendo tranquila, es algo más ancha de lo que me gusta y tomé un carril a mano izquierda con buen firme. Progresivamente, el carril se fue estrechando y convirtiendo en una senda, que por momentos se difuminaba por la pinocha, siempre, afortunadamente, sin grandes desniveles. Desemboqué en el Carril del Rilaga (de infausto recuerdo, jajaj) para, por él, retornar al pavimento.

A la sombra de los pinos, que decía la Del Monte

De vuelta a la carretera, decidí, en el km 32 de nuestra ruta, bajar a Vega del Codorno a comer algo caliente antes de la visita al Nacimiento del Río Cuervo. Allí, en el bonito pueblo de Vega del Codorno, encontré el bar-restaurante "El Rincón", que resultó ser un sitio de excelente comida casera a la vera del río y donde cometí el error de pedir lo más contundente que tenían -creo recordar que un potaje de primero y carne en salsa de segundo-, aparte del postre, ensalada y triple ración de cerveza.

Comiendo a la vera del Cuervo: lujazo inesperado

Como su propio nombre indica, Vega del Codorno está situado en una vega, unos 200 ms más profunda que el altiplano por el que discurre el CM-2106. Remontar esos 200 m con tripa llena y bajo un sol, ahora sí, cascando sin piedad en el cogote, se me hizo más duro de lo esperado; aunque, afortunadamente, apenas volver a ganar la carretera, se encuentra el fresco enclave del Nacimiento del Río Cuervo. Eso sí: siendo época estival y con esos calores, la estampa, como veréis, no tuvo nada que ver a la de la visita en el "Universal Mounts Tour"

Nacimiento del Río Cuervo

Volviendo a la ruta, tomé la carretera en dirección Tragacete para, enseguida, en el km 42,4 de nuestra ruta, tomar una pista forestal asfaltada en dirección a Las Majadas. Esta carreterita tiene el formato ideal para disfrutar del cicloturismo: enclave espectacular, buen firme y estrechita. Primero vinieron 4 kms de un suave descenso y, posteriormente, otros 6 todavía más pronunciados, para quedarnos a solo 1080 msnm, en el lecho del Río Escabas. Este río, afluente del Tajo, tiene su nacimiento no muy lejos de estas montañas y forma unas pozas de aguas transparentes que son una delicia. A punto estuve de bañarme en alguna de ellas y, si finalmente no lo hice, fue porque ya empezaba a acuciar la hora y no sabía exactamente a la ascensión que me enfrentaba. Esta vez acerté, porque desde la llegada al lecho del Escabas hasta coronar cerca de una zona conocida como "Las Peñuelas", distan casi 12 kms en un constante ascenso. Es cierto que el desnivel medio es bajo (el 3,5%), pero la maldita carne en salsa que me repetía y una inusitada fatiga hicieron que penara de lo lindo. Era frustrante ver como, a pesar de no parecer acometer grandes rampas, no era capaz de mantener el plato mediano. Así las cosas, y para animarme y combatir una soledad que sólo se había visto esporádicamente interrumpida por alguna conversación de cortesía con los vecinos de los campings o algún turista despistado aquí y allá, decidí imaginar y narrar en voz alta una etapa imposible de ciclismo épico en la que yo era al mismo tiempo organizador del recorrido, periodista y ciclista afamado que estaba pasando por un momento de apuro, pero que todo el mundo confiaba en que supiera sufrir y dosificar sus esfuerzos. Naturalmente, no faltó toda la retórica hiperbólica de estas gestas ("¡esfuerzo titánico, colosal!", "¡fíjense en el rictus de agotamiento!" "¡puede dejarse una minutada en estas montañas conquenses!", y ese tipo de cosas). Me descojono de cómo se me iba la pinza mientras escribo estas líneas, jajaj. Y así, poquito a poquito, sufriendo en cada pedalada, hablando solo y maldiciendo el atracón y mi condición física coroné, después de hora y media, en Las Peñuelas.

Zona de túneles en la pista forestal de bajada. ¡Qué feliz me las prometía!
Comienzo de la ascensión; en un primer momento, remontando el Río Escabas

A punto de coronar ya en un falso llano, cercano a Las Peñuelas

Desde Las Peñuelas hasta el camping Las Majadas, apenas hay tres kilómetros en los que basta con dejarse caer. Por fin en el camping, recuerdo que la hierba de la parcela estaba bastante seca y el terreno bastante duro; y, sin embargo, esa noche dormí como un bendito. Lo iba a necesitar, porque la última jornada tampoco sería precisamente un paseo.

ETAPA 5. CAMPING LAS MAJADAS - CUENCA


La quinta y última etapa constó de 82,5 kms -18 de ellos por caminos- y casi 1200 m positivos: una paliza interesante para finalizar que tuvo de todo: tramos preciosos, otros más aburridos y otros, incluso, no recomendables. Sabiendo lo que ahora sé, esta etapa la hubiera diseñado de otra manera, pero está claro que no siempre se puede acertar en el juego de pintar rutas sobre un mapa, por muchas herramientas de las que dispongamos en la actualidad.

El Camping Las Majadas, donde había pernoctado la noche anterior, está situado, si uno viene desde el N, 3 kms antes de la localidad con el mismo nombre. Como podréis imaginaros, con el destrozo físico que llevaba, después de montar la tienda de campaña ya en el ocaso, lo último que me apetecía era bajar al pueblo. La visita, por tanto, se postergó para esta jornada. Desde allí ya se pueden seguir las indicaciones a Los Callejones de las Majadas que, además, se encuentran en la dirección que necesitábamos seguir (dirección Uña) por una pista forestal asfaltada similar a que trajimos en la jornada anterior. Los Callejones de las Majadas son un conjunto geológico similar al de La Ciudad Encantada que, por lo que sea, a diferencia de éste no se explota comercialmente. Además de la belleza del lugar, esos yunques, monolitos o puentes pétreos imposibles, allí se rodaron varias escenas de Conan el Bárbaro, lo que lo convierte automáticamente en romería obligada de cualquier "jevata" que se precie, como servidor, jajaj. Ciertamente, este enclave era uno de los pocos irrenunciables de esta travesía. 

Desfiladero

Puente

Vista general sobre una de las piedras en forma de yunque

Totalmente flipado y con invocación a Crom -para que me diera fuerzas- incluida, pues, reemprendí el camino para, en apenas un km, encontrar otro camino a mi izquierda con la indicación "Mirador del Tío Cogote". Decidí cogerlo, dado que el mirador no parecía estar muy lejano y era consciente de que estaba en uno de los lugares más bellos de toda la travesía. El camino, de excelente firme, es un tramo del GR-66, y en poco más de km y medio llega a una cresta desde la que se domina un valle precioso. 

De vuelta al asfalto, primero atravesé una zona de toboganes y luego, a partir del km 15,7 de nuestra ruta, en un bosque joven y algo ralo (tenía pinta de estar todavía recuperándose de algún incendio), una ligera ascensión de 5 kms al 3,5% hasta alcanzar la Ceja de la Muela. A partir de ahí se abre otro valle precioso por donde discurre el Arroyo de Valduérguina. La carretera, primero en un descenso vertiginoso y luego más tendido, me condujo en un abrir y cerrar de ojos al Embalse de la Toba, ya en la CM-2105. 

A punto de coronar en la Ceja de la Muela
Siguiendo la CM-2105, 7 kms más después del Embalse de la Toba se encuentra la localidad de Uña y su preciosa laguna. Visitando la Laguna encontré cicloturistas por vez primera en toda la travesía, lo que viene a ratificar lo poco conocida que es esta zona. Recuerdo un grupito de ilerdenses, bien entrados en los sesenta, que, en sus bicis de trekking, me comentaron que estaban realizando una travesía entre Cuenca y Lérida: ese tipo de historias que te motivan y te ponen en tu sitio al mismo tiempo. Encantado de ver un pueblo con ambiente, decidí comer en uno de los restaurantes, estudiando un poco mejor que en la jornada anterior cual era el menú más adecuado.

La Laguna de Uña jalonada por el Monte Cerro Candalar

Reemprender el camino, no obstante, se me hizo duro. El sol volvía a irradiar de manera extrema y la carreterota, más ancha de lo que me gusta y en constante ascenso, no resultaba nada sugerente. Para colmo, la crema de sol que en su día comprara en Orea y que había empezado a utilizar ese día parecía no ser absorbida por la piel, y los chorretones, mezcla de sudor y crema, me estaban entrando en los ojos. Consecuentemente, comenzar la ascensión más importante del día, desde la localidad de Uña hasta el conocido como "Cerrillo de la Madera", a las puertas de la Ciudad Encantada, me dio muchísima pereza. Serían 7,8 kms al 3,5%. Afortunadamente, el último tercio de la ascensión se hace por la CM-2104, siguiendo las indicaciones de La Ciudad Encantada, y esa carretera ya tiene más encanto, cruzando un bosque impresionante.

Alcanzada la Ciudad Encantada, decliné, sin embargo, la visita. Lo fui decidiendo en la ascensión: en primer lugar, hubiera sido la cuarta vez en que paseaba por aquellos pedrolos; en segundo lugar, no hay nada mucho más espectacular que en Los Callejones de Las Majadas; y, en tercero, ¿qué queréis que os diga? prefería ahorrarme esa hora de pateo. 

Volvamos a lo ciclístico: una vez se supera el Cerrillo de la Madera, se transita por una zona de suaves tobaganes en un altiplano en la franja de los 1300 msnm. Luego, la carretera desciende buscando la población de Valdecabras. Por aquello de meterle un poco de camino a esta jornada, había diseñado, en el confort de mi casa, una alternativa a este descenso por carretera: a saber, coger, justo antes de empezar a bajar, un camino a la derecha. Ciertamente, en los mapas topográficos lo indican como el Camino del Campillo o el Camino de Cuenca, lo que siempre le da a uno cierta garantía de firme y desnivel aceptables. Y así fue en los primeros 3,5 kms. Después de este corto tramo, empero, el camino acomete un descenso muy pronunciado y peligroso que la acción de una retroescavadora sólo había empeorado (entiendo que el trabajo no estaba terminado), puesto que la tierra estaba muy removida y las piedras no habían sido retiradas. Naturalmente, no puedo deciros si ese camino sigue así o lo han mejorado, pero sí que cuando yo lo transité no es nada recomendable hacerlo con alforjas. Estoy seguro, además, de que en el caso de no haber ido tan justo de fuerzas, hubiera pegado media vuelta y le hubieran dado morcilla a mi "magnífico trazado pintado en el sofá de casa". Afortunadamente, apretando los dientes, con una incipiente llorera (mis problemas con la crema solar iban a más), colocando el culo todo lo atrás que podía y temiendo por la resistencia del portaequipajes y por un hostión más que posible, conseguí domeñar la burra hasta alcanzar el valle por el que discurría, tranquilo y ajeno a mis vicisitudes, el Júcar.

Tras estas peñas, el camino se precipita buscando el Júcar
El carril que discurre paralelo al Júcar es tranquilo, con tramos sombríos, y lo convierte, por tanto, en un paseo muy recomenable para todas las edades. Está claro que los/las conquenses han sabido sacarle partido a este patrimonio natural, y me sorprendió la cantidad de personas que aprovechan para pasear, correr o ciclar a su vera, y practicar piragüismo en sus aguas. Sin embargo, la claridad de las mismas poco tenía ya que ver con lo que había encontrado en el Río de la Hoz Seca, en Orea; el Tajo, en Peralejos de las Truchas; o el Escabas, en Las Majadas. El baño en el Júcar se limitó, por tanto, a una incursión hasta las rodillas y una lavada de cara que esperaba que me aliviara los ojos, en lo que ya no sabía si era una reacción alérgica a la crema solar o qué leches.

Paseo final junto al Júcar

Finalmente, en torno a las 20 horas llegaba a Cuenca, llorando a moco tendido -y no precisamente de emoción, con un "moreno-bicicleta" espeluznante y bastante agotado después de cinco días en este maravilloso y poco conocido enclave del Sistema Ibérico donde nacen los ríos. Agotado y feliz, porque así funciona esto de la bicicleta.

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