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lunes, 25 de mayo de 2020

DE LA MAR BLAVA A LA FONT ROJA. MAR Y MONTAÑA DE CICLOTURISMO

INTRODUCCIÓN

Que el disfrute de un viaje depende, en gran medida, de las expectativas que uno tenga, es una verdad como un templo. Hoy os voy a relatar una escapadita de sólo dos jornadas que realicé a finales de noviembre de 2018. Algo para quitarme el gusanillo que, no obstante, resultó ser mucho más bonito de lo que hubiera imaginado, aparte de bastante exigente.

Naturalmente, dadas las fechas y lo corta de la travesía, no tenía sentido cargar en esta ocasión con la tienda de campaña, por muy "ultraligera" que esta sea. Por similares razones, tampoco cargué en esta ocasión con el hornillo y, cuando no comí en un bar, lo hice a base de latillas de conserva y embutido.

Lo primero que tenía claro es que, disponiendo únicamente de dos días, no me apetecía montar el tinglado del portabicicletas en el coche que, además, me obligaba a una ruta circular. Por otro lado, tenía ganas de explorar la bética alicantina (especialmente la Sierra de Aitana) y también le tenía ganas al Parque Natural de la Font Roja y a esa carretera mágica hacia el santuario desde el cual hay una preciosa estampa de la Foia d'Alcoi [en adelante, usaré siempre la toponimia en valenciano y en cursiva para no liarnos].

Con estos mimbres, lo más razonable consistía en coger el cercanías hasta Gandia y realizar la travesía, finalizando en Alcoi, para retornar a Valencia con el tren regional. Como bien sabréis, en los trenes de cercanías no hay en la práctica ninguna restricción para subir la bici. En el regional tampoco me la pusieron, pero como Renfe cambia de tanto en tanto de criterio, yo os recomendaría que os informarais previamente. 

Quizás algun@ os hayáis preguntado si no hubiera sido mejor hacerlo justamente al revés: empezar el Alcoi y acabar en Gandia, ahorrándome así más de 600 metros de desnivel acumulado, que es la altura sobre el nivel del mar a la que se sitúa este importante municipio alicantino. Si me habéis leído en otras entradas, no obstante, ya conocéis mi vena masoquista -ese rollo de que en la bici sólo se disfruta cuando se sufre y blablabla (jajaj)-, pero, lo que más pesó en este caso es que, dado los pocos trenes con destino Alcoi que parten desde Valencia, pudiera perder el de la mañana y me pasara algo similar al arranque de Donde nacen los ríos. A pesar de lo que luego experimenté (o precisamente por eso), creo la decisión fue un acierto.

Habrá incluso quien se pregunte, sobre todo si no es valencian@, por qué, si el principal atractivo de la travesía era alcanzar la prebética alicantina desde la costa, no haber comenzado en un pueblo más meridional y cercano a esa sierra. Pues bien, simplemente porque no hay una línea férrea costera, por más sorprendente que parezca, entre Gandia y Benidorm; de forma que si uno quiere acceder en transporte público, desde Valencia, a, por ejemplo, Dénia o Xàbia (junto al Montgó, una de las últimas estribaciones de le prebética alicantina) debe hacerlo bien en autobús, bien dando un rodeo que consiste en ir hasta Alicante con la Renfe para allí coger el Tram d'Alacant. Esto último, acaba siendo una gymkana agotadora, que ni el ferroca con más vocación -del que me siento muy lejos- aguantaría. Y lo primero, el viajar en autobús, obliga, sin embargo, a meter la bici en una caja de cartón, algo que, desde el Tour of Scotland, también prefiero evitar cuando sea posible.

Sea como fuere, la cosa quedó tal que así:

ETAPA 1. GANDIA - GUADALEST

Análisis Wikiloc

Con un índice IBP de 111, más de 1700 m de desnivel acumulado y dos grandes ascensiones (más otras dos menores), la etapa tuvo bastante exigencia física. Rodé por todo tipo de superficies: caminos de tierra, carril bici/vía verde, pistas hormigonadas y, mayoritariamente, asfalto. No obstante, cuando lo hice por este último fue siempre por carreteras con poco tráfico y, algunas, con el ancho y el encanto que tanto me hacen disfrutar.


En la estación de Cercanías de Gandia. Más ligero que en otras ocasiones

Comencé la etapa desde la estación de cercanías de Gandia a eso de las 10:15 horas. Tomando dirección S, no es difícil orientarse y, enseguida, uno encuentra un puente peatonal y cicloturista paralelo a otro por donde circula el tráfico rodado. A partir de ahí no hay más que seguir por la Vía Verde de la Safor. Las llamadas "vías verdes", aclaración para el/la profan@, son antiguos trazados ferroviarios que se han recuperado para el paseo y el cicloturismo, y esto requiere un pequeño inciso de historia ferroviaria que completará lo que hemos comentado un poco más arriba. Hasta 1969, Gandia y Dénia sí estaban conectadas por ferrocarril, sólo que éste era de vía estrecha (1000 mm, frente a los 1668 mm que utiliza Renfe). Las vías se levantaron en 1974 con la promesa de que la línea de Renfe de Gandia se prolongaría hasta la capital de la Marina Alta, aprovechando este trazado. La promesa, claro, fue incumplida, y después de mucho tiempo sólo se pudo recuperar un tramo (entre Gandia y Oliva) como vía verde. Si queréis saber más sobre este desdichado ferrocarril, os recomiendo el magnífico blog "Historias del Tren".

La Vía Verde de la Safor es una delicia, absolutamente plana, entre naranjos, paralela a la N-332, que finaliza, como decimos, al alcanzar Oliva. Desde aquí, continué en la misma dirección por el Camí vell de Dénia para, al poco de superar el resort de golf "Oliva Nova", girar a la derecha y tomar la CV-678 en dirección Pego. Si examinais el track con detalle, os daréis cuenta de que hice una primera intentona de coger esta carretera sin tocar un metro de la N-332, que tiene el triste honor de ser una de las carreteras con mayor número de cicloturistas accidentados. No hay, empero, otra alternativa a coger la nacional para, eso sí, 300 m más allá torcer ya a la carretera en dirección Pego.

Nada más enganchar la CV-678, viene un puente que salva la autopista y, al bajar, ya podemos considerar que estamos en el Parc Natural de la Marjal de Pego-Oliva, primero de los espacios naturales apuntados en la lista que llevábamos desde Valencia. Este humedal me daría la bienvenida a la provincia de Alicante, y la estampa de los carrizales con las sierras Mostalla, Migdia y Segària de fondo me puso ya de lo más contento después de 20 km de planicie.

Tras un breve almuerzo por las huertas de Pego, reemprendí la marcha dispuesto a afrontar la primera gran ascensión de la jornada: el Port de la Vall d'Ebo. Éste comienza justo al abandonar el municipio pegolino por el S y tomar la CV-712 en dirección a la Vall d'Ebo. Son casi 8 kms de ascensión con un 6% de media. Lo bueno es que lo más fastidiado está al principio, en los primeros 3 kms, con rampas del 11 y hasta del 13%. En el km 3, como digo, hay un falso llano ideal para recuperar, y los últimos 4 kms son mucho más tendidos que el primer tramo. Lamentablemente, el fuego se ha cebado varias veces con estos montes en los últimos años y, aunque es cierto que, ante la ausencia de vegetación, uno puede ir divisando en todo momento la línea de costa, a mí me da bastante mal rollo ascender por montañas tan peladas. Por lo demás, la carretera tiene todo para el disfrute cicloturista: dureza, buen firme y amplitud, si no ideal, correcta.


Panorámica del puerto, una vez superadas las rampas más duras

En el km 35,8 de nuestra ruta coronaba el puerto, dejando a mi izquierda un montón de senderos locales y que constituyen uno de los paraísos senderistas de la provincia de Alicante. Desde ese punto, hay un suave descenso de 3 km hasta la Vall d'Ebo, donde abandonaría la CV-712 para dirigirme en dirección al polideportivo del pueblo. Justo entre el polideportivo y el camping sale el carrer de Tita Albir que, en esencia, es una pista forestal asfaltalda que remonta el valle entre la Serra de la Carrasca y la Serra del Sireret. La solitaria pista, por cierto, la estaban arreglando y pude disfrutar de un asfalto casi virgen en un gran tramo. A pesar de ello, recuerdo que cubrir los primeros 4 km, que eran ascendentes con un desnivel rozando el 5% y un ligero viento en contra, me obligó a un esfuerzo con el que no había contado. 

No obstante, una vez coronado el paraje conocido como Tarrenyes, la pista busca el lecho del Barranc Malafi para conducirnos en suave descenso al Pla de Petracos. El paisaje había mejorado progresivamente y esta zona ya tiene más pinos e incluso alguna carrasca, además del aliciente de unas pinturas rupestres. 


Algún punto de la pista forestal asfaltada, una vez ganado Tarrenyes y en busca del Barranc Malafi

La hermosa pista forestal desembocó, en el km 49,1 de nuestra ruta, en la CV-720, que tomé en dirección Castell de Castells. Para aquel entonces, los montes ya habían recuperado su manto vegetal, aunque, en contraprestación, esta nueva carretera era, de tan buena, algo aburrida. Ese punto de la ruta hubiera sido el momento ideal para comer, pero no encontré ningún apartadero mínimamente atractivo para ello y lo postergué hasta la entrada a Castell de Castells, donde, finalmente, junto al antiguo lavadero y bajo un cielo azul con cúmulos, di cuenta de mis sardinillas en escabeche, queso, frutos secos y alguna cosa más. Muy bonito, aunque quizás no fuera la mejor de las decisiones.


Paradita para comer, en Castell de Castells

Y es que la segunda gran ascensión de la jornada no se hizo esperar. Al reemprender la marcha, crucé el pueblo de N a S para coger, en cuanto acabaron las casas, la CV-752 en dirección Tàrbena. Nuestra ruta continuó por la siguiente salida a la derecha tras la del polideportivo: una empinada pista de hormigón rayado que constituye el inicio del Portet de Castells. Serían sólo 3,7 kms, pero, con un 9% de desnivel medio y rampas de hasta el 16%, aquello se hizo muy, muy largo. Hubo tiempo, por tanto, para recordar esos consejos de los deportistas de alto nivel de comer tres horas antes del ejercicio físico. Y es que ajustar el ritmo cardíaco para poder afrontar ese esfuerzo y no echar las papas en el intento no fue fácil y -como imaginareis- los pocos momentos de cierta tregua fueron para maldecir el escabeche que me repetía y mi sensible tracto intestinal. A pesar de todo este sufrimiento, debo decir que la subida es preciosa; después de un primer zigzagueo en hormigón, el camino de tierra remonta el Barranc del Beato a través de una pinada formidable, en una de esas ascensiones de BTT que son al mismo tiempo un calvario y un chute de serotonina. Al coronar, a 850 msnm, las vistas sobre el valle y embalse de Guadalest y la Serra Aitana son preciosas. Lamentablemente, no os puedo colgar aquí ninguna foto, porque el sol daba de frente y no pude obtener ninguna instantánea con un mínimo de calidad, pero os aseguro que merece la pena.

La vertiente norte del Portet de Castells es más empinada que la norte (3,8 km al -12%), y prueba de ello es que toda ella está hormigonada. Con prudencia, por tanto, descendí hasta abandonar el hormigón, punto exacto donde aparece una carreterita preciosa a la izquierda con la indicación a la "Presa de Guadalest". Con pequeños toboganes, la tendencia en ese tramo sería todavía favorable hasta acceder al mismo muro de la presa.




Después de la foto de rigor en el muro de la presa del embalse de Gaudalest y de explicarles la minitravesía a unos holandeses que, aparentemente aficionados al cicloturismo, "lo estaban flipando" con las "mountains of Alicante", sólo quedaba cubrir el tramo hasta el hotelito donde me alojaría aquella noche. Desde el embalse hasta el pueblo, no obstante, hay casi 4 kms con una pendiente cercana al 5%. Comoquiera que llevaba ya un montón de esfuerzos, y que me había recreado más de la cuenta en el embalse y me había quedado algo frío, ese tramo se me atragantó más de lo esperado. En cualquier caso, a las 17:30 estaba ya dejando mis alforjas en el hotel "El Tossal", donde me trataron de maravilla.

Guadalest, a escasos 17 kms en línea recta de Benidorm, es un pueblo precioso de origen medieval, con un castillo encaramado en un risco, un pasadizo excavado en la roca para acceder al mismo y un buen puñado de museos. De todo ello había inferido que la oferta de restauración no sería un problema en el pueblo. Pues bien, una vez más me equivoqué. En un día entre semana de temporaba baja como era aquél, sólo pude encontrar un extraño bar: el "Elefante Rosa", mezcla de bar y pub inglés con una decoración desconcertante en el que, no obstante, el dueño resultó ser de lo más amable y accedió a ofrecerme algo de cenar, a pesar de ser el único cliente y de que eran ya las 21 horas, momento del día en el que ya no esperaba a ningún posible guiri despistado.


ETAPA 2. GUADALEST - ALCOI

Análisis Wikiloc

Etapa de similares características, en lo ciclístico, a la de la jornada anterior: Por encima de los 65 kms, 1700 m de desnivel positivo, todo tipo de superficies y dos grandes ascensiones: en este caso, la subida a La Font de l'Arbre y la subida al Santuari de la Font Roja.

Después de un gran desayuno en el hotel donde había pernoctado, salí con energías menos renovadas de lo que me hubiera gustado, a pesar de que había dormido estupendamente. El día estaba algo desapacible, con viento e intervalos de nubes amenazantes de agua. Todo apuntaba a que iba a encarar otra etapa muy sufrida, puesto que ya en la primera parte del recorrido, que consistía simplemente coger la CV-70 en dirección Confrides remontando así la vall de Guadalest, el suave viento en contra y la ligera pendiente desfavorable me hicieron avanzar muy lentamente. La carretera, por cierto, es amplia y, no obstante, muy bonita, y ofrece estampas espectaculares del valle.


Nubes y claros en al valle de Guadalest
Alcanzado Confrides, daría comienzo la primera gran ascensión de la jornada: la subida al paraje conocido como La Font de l'Arbre. Se trata de 6 kms al 7% de desnivel, siendo los primeros 3 kms terribles, con una pendiente media cercana al 11% en un asfalto rugoso y a tramos roto. La sensación que tuve es que el viento arreciaba, racheado por momentos, y un par de nubes descargaron algo de agua. Sólo la marcha tonta y un enorme acto de voluntad hicieron que no pusiera pie a tierra y la escena, sin llegar a ser dramática, ya era digna de pronunciar las viejas palabras: "¡¡Qué duro es este deporte, Pedro!!".


Merendero en La Font de l'Arbre

Justo al alcanzar La Font de l'Arbre comenzaría uno de los tramos de tierra que tenía la etapa: una pista de excelente firme que me condujo por un altiplano en la franja de los 1100 msnm con unas vistas espectaculares a Alcoleja, Ares del Bosque y Benasau. Después de 3 kms, volvió el asfalto de grano grueso y roto para, en franco descenso ya, dejarme en la CV-770 a pocos metros del cartel del Port de Tudons y la intersección con la CV-785, que cogí en dirección Penáguila. Desde la intersección, en apenas 2,6 kms (en el 23,4 de nuestra ruta), abandonaba esta bonita carretera para tomar un camino algo pedregoso que desembocó en apenas km y medio en una pista forestal asfaltada preciosa que, en las faldas del pico La Redona, ofrece una vista preciosa sobre el Barranc de la Canaleta. Además, a esas alturas de la etapa, las nubes negras ya se habían retirado y el viento parecía soplar con menos fuerza

Al cabo de 7 kms de pista forestal asfaltada, ésta conduce a la CV-780 que, en buena lógica, me habría conducido por suave aunque sinuoso descenso hasta Benifallim. Aquí cometí, sin embargo, el error de quererle meter una senda al trazado que, por su firme y por la carga que llevaba, era casi imposible de ciclar sin asumir mucho riesgo de hostión y de comprometer el material. Tras bajar de la burra en un par de ocasiones por prudencia, finalmente, me lié la manta a la cabeza y, cuando ya estaba ganando confianza y había recorrido unos centenares de metros, un árbol caído me obligó a apearme de nuevo y superarlo pasando la bici el volandas. Fue la única "liadita" de la travesía y no me quejo, porque siempre es fácil caer en la -llamémosle- "trampa del betetero que todos llevamos dentro" y más cuando trazas un recorrido en el ordenador de tu casa, con la consiguiente flipada.




Tras almorzar en un bonito jardín cercano al cementerio del municipio de Benifallim, reemprendí la marcha por la CV-785 en dirección a Alcoi, una carretera que deja a la izquierda la Serra dels Plans y a su derecha campos de almendros y frutales en una suave tendencia ascendente. En el km 39,8 abandoné la carretera para afrontar un breve tramo de camino, en busca de la Via Verde d'Alcoi, que finalmente enganché en el km 42,5 de nuestra ruta. Esta vía verde, vestigio de lo que otrora fuera el trazado del ferrocarril Alcoi-Alacant (diseñado para tratar de dar salida al mar a los productos textiles de la capital de l'Alcoià), es un precioso recorrido de 10 kms con 10 túneles y 3 viaductos. La vía verde, muy disfrutada por l@s alcoyan@s, se encuentra en buen estado y, en el sentido que la cogí (N), será siempre muy favorable, pero hay algún túnel sin iluminación, así que acordaos de llevar un frontal o linterna para bicicleta.




La tendencia descendente y la cantidad de túneles de la vía verde obliga, asimismo, a estar al tanto para abandonarla justo en el momento adecuado para enlazar con la CV-797, que se encuentra en un nivel superior al antiguo trazado ferroviario. Esta vez, afortunadamente, mi track dibujado se ajustó perfectamente a la geografía real y por un caminete mejor de lo esperado accedí sin problemas a la carretera. A partir de aquí comenzaría la última ascensión del día y la travesía que me conduciría, además, al segundo parque natural de la lista: la subida al Santuari de la Font Roja. El puerto, de 7,4 kms, es muy tendido en sus primeros 4 kms, siendo los últimos 3,4 más empinados. Exactamente, un 7,5% de desnivel en este segundo tramo que, después de los dos días de paliza, se hicieron duros de roer. Con más voluntad que fuerzas, por tanto, alcanzaba finalmente el santuario casi a las 15:30.


La Foia d'Alcoi, desde el Santuari de la Font Roja

Para cubrir el tramo final hasta Alcoi, decidí coger la carretera de Les Llacunes a la izquierda, en el km 57,7 de nuestra ruta. Sólo 2,2 kms después y por la razón de siempre de escamotear algún kilómetro de asfalto, tomé un camino a la derecha, bastante betetero pero completamente ciclable, que va a buscar el lecho del Riu Polop y que, entre chopos, fue un auténtico regocijo. Junto al puente de las Siete Lunas, lugar donde uno tiene otra panorámica diferente de la Foia d'Alcoi, apuré las últimas latillas de conserva y fuet que me quedaban y, de nuevo por la vía verde, accedí a Alcoi para ir a buscar la estación de ferrocarril.

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Ya que en esta entrada hemos hablado un poco de trenes, no quisiera dejar de comentar el estado de abandono en que se encuentra la línea València - Alcoi. La que en tiempos de la Revolución Industrial fuera una de las ciudades más importates de la Comunidad Valenciana y aún hoy la duodécima en población, cuenta con un solo tren diario a Valencia cuando escribo esto (cuando hice la travesía, juraría que dos), que transitan por unas vías sin ningún mantenimiento y que tarda en cubrir los 110 kms que separan ambas localidades más de 2 horas; es decir, unos 20' menos que cuando se inauguró la línea, a principios de siglo XX. Por supuesto, no hay personal en la antigua estación y el edificio de la misma está ruinoso hasta tal punto de que no tiene ni puertas. Es bastante indignante como, detrás de los fuegos de artificio de la alta velocidad, Renfe está dejando morir su red de media distancia, que es la que verdaderamente vertebra el territorio. Todo nuestro apoyo y solidaridad, por tanto, con la gente de Salvem el tren

Así pues, y aunque el convoy tenía programada la salida en torno a las 16:15 horas, en aquella gélida sala de espera se me hizo de noche esperando al maldito tren, que llegó con dos horas de retraso. Finalmente, casi a las 21 horas llegaba hambriento a Valencia, teniendo todavía que cubrir el trayecto a Paiporta en bicicleta. Confieso que ese broche final de adversidad, cortesía de Renfe, no lo esperaba.