miércoles, 19 de julio de 2017

CUARTA PARTE: "BLOWER" HEBRIDES

CUARTA PARTE: "BLOWER" HEBRIDES
ETAPA 9: STORNOWAY - INMEDIACIONES DE NORTHTON

http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507864667709&LAN=es
http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958844

El día de descanso en Ullapool se nos pasó en un periquete, la verdad. Aprovechar para dormir todo lo que te dejan en un hostel, comprar las últimas provisiones en el 'Tesco' del pueblo y cervecear un poco, se llavaron la mañana y el mediodía. Luego, a mitad de tarde, tuvimos que embarcar para Stornoway. Ullapool, la urbe más importante desde Torridon, tampoco es para volverse loco. Con sus 1500 habitantes, ofrece un puerto majo, ambiente marinero, fish and chips y poco más.

Stornoway, ya en la isla de Harris, es ya otra cosa. Con sus 9000 habitantes, me pareció la localidad de más entidad desde Fort William. Ciertamente, fue un alivio que el minúsculo hostel donde nos alojamos estuviera cerquita del puerto donde desembarcamos ya al anochecer.

Pero vayamos a la etapa: gracias a las indicaciones de un solitario cicloturista compañero del hostel, conseguimos encontrar la ruta de manera sorprendentemente fácil. Tanto fue así, que cuando quise enchufar el GPS, nos encontrábamos ya en la A858 dirección Achmore. En el km. 17,5 de nuestra ruta, dejamos dicha carretera para coger un carril a nuestra derecha, un auténtico single track, como dicen por allí, de apenas dos metros de ancho, pero con un asfalto impecable. Por en medio de la turba -y nada más- llegamos hasta Breasclete. Y, desde allí, en un par de kilómetros más, alcanzamos ya el conjunto megalítico de Callanish. Al parecer, el debate sobre si este conjunto de menhires era utilizado en tiempos prehistóricos como observatorio astronómico -al estilo de Stonehenge-, está todavía abierto. Sin embargo, en lo que no hay duda, es que eligieron el sitio con más -y más feroces- midges, jajaj.


Callanish haciendo en gili


Callanish haciéndome el interesante


De vuelta a las bicis, el tramo hasta Achmore nos pareció con algo menos de viento, aunque seguía siendo siempre desfavorable. Lo cierto es que, aunque la teoría decía que el viento vendría de componente S, nosotros llevábamos toda la jornada teniendo la impresión de que, en mayor o menor medida, siempre nos soplabla en contra. En Achmore dejamos la A858 para coger un carril dirección Leurbost. Un poco antes de llegar a esta localidad, tomamos la A859 en dirección S con, de nuevo, un viento intensísimo. Al viento en contra y nuestras ya escasas fuerzas, se sumaba en estas islas la imposibilidad de rodar cómodamente a relevos y repartir así los esfuerzos. Esto es debido a que las carreteras apenas tienen el ancho para un coche. Para que sean mínimamente transitables, cada doscientos, trescientos o cuatrocientos metros, habilitan un apartadero ("passing place"). Pero, como ya comentamos en otra ocasión, quitaos de la cabeza la idea de que encontraréis a gentlemen británicos al volante, esperando pacientemente a que lleguéis a la altura del apartadero para sobrepasaros. Los hay, sin duda. Pero también son muchos los que, sin esperarse, pasan a dos palmos, pitan, o acercan tanto el vehículo que puedes notar el calor del radiador en el culote. Al final, en las zonas de más tránsito, uno acaba rodando de manera un tanto estrafalaria: esprintando entre passing place y passing place y dejándose llevar o frenando en ellos.

Por todo lo que comento, los kilómetros caían mucho más lentamente que en otras jornadas. En el kilómetro 48,8 tuvimos que hacer una parada para un almuerzo, puesto que, a pesar de que habíamos desayunado a conciencia, teníamos la impresión de estar vacíos. Apenas 18 km. más adelante, procedíamos con la comida. Las provisiones empezaban a escasear, pero lo cierto es que acertamos de pleno, porque, sólo 3 kilómetros más allá, en Aird a'Mhulaidh, la Isla de North Harris nos tenía preparada una última sorpresa: un puerto de apenas 2,6 km. pero con un desnivel rozando el 7 %. Posteriormente, un mínimo descenso para, a continuación, superar otros 4 kilómetros de falso llano ascendente hasta superar un collado donde el viento era ya huracán. Descenso rapidísimo hasta la gasolinera de Ardhasaig, donde también cayeron sendos cafés y alguna bolsa de frutos secos. La señora que atendía el negocio tuvo que vernos bastante jodidos, porque, sin decirle nosotros nada, nos indicó que si queríamos comer en serio, teníamos un pub a 4 km, en Tarbet.


Banquito con vistas espectaculares, junto a la gasolinera donde paramos a avituallarnos


Lo del pub de Tarbet fue una suerte, porque, debo indicaros, que lo de Stornoway fue un espejismo. Con una densidad media de 12,7 hab/km2 (para que os hagáis una idea, Castilla la Mancha tiene una densidad del 25,9), las Islas Hébridas Exteriores son incluso más vírgenes que la costa oeste pero, consecuentemente, tienen menos servicios. Desde que, todavía temprano en la mañana, hubiéramos visitado Callanish, teníamos la sensación de no haber divisado un bar/pub.

Tarbet -si alejáis el google maps lo suficente, lo podréis comprobar- es exactamente el istmo que une South Harris con North Harris (no me preguntéis qué es North Harris y qué es Lewis, porque no fuimos capaz de saberlo). Tras Tarbet, la carretera vuelve a empinarse para, entre los kilómetros 91 y 95 de nuestra ruta, "crestear" y ofrecernos así estampas increíbles: al oeste, playas hermosísimas; al este, acantilados acojonantes. Posteriormente, la carretera elige, finalmente, la vertiente oeste de la isla para transitar por dichas playas de arena blanquísima. En una de ellas, en las inmediaciones de Northton, y tras 112 km. en las piernas, decidimos plantar la tienda en el lugar más hermoso donde dormidos en toda la ruta.


Si las playas de la costa oeste eran bonitas, las de South Harris son, sencillamente, una locura

Panorámica

-Oye, pues aquí mismo plantamos la tienda, ¿no?

Apurando las últimas provisiones (sándwich de atún). ("Voy a volver con un tipín...")




ETAPA 10. INMEDIACIONES DE NORTHTON - LOCHBOISDALE

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958849
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507865946682&LAN=es

En nuestra última etapa -otra por encima de los 100 km.- transitamos las islas de North Uist, Benbecula y South Uist. Tampoco se nos olvidarán, jajaj. Una de las cosas que me encantan de la bici es lo que uno aprende de geografía. A diferencia de los viajes en vehículos a motor, en los viajes en bicicleta, la geografía queda grabada a fuego en el cerebro. Los valles, los cerros, los montes o, como es el caso, las islas ventosas, nos ponen en la disposición de a agarrar con más fuerza el manillar, subir otra corona, apretar los dientes un poco más, meter riñones o ponernos en pie sobre la burra,... Es entonces, en ese momento, ese accidente geográfico ya no lo recibes -como cuando vas con el coche- a modo de inventario, sino que forma parte tu experiencia de viaje; algo que difícilmente olvidarás.

Y después de este "momento Carlos Arribas" (jajaj), vayamos a la etapa. Lo primero, indicaros que a los casi 123 km. que indica el GPS debéis quitarle 13. Esto es debido a que el GPS no sabe discriminar el tramo neutralizado que hicimos en ferry desde Leverburgh al islote de Berneray.

Como os contaba un poco más arriba, el día anterior decidimos plantar nuestras tiendas en un paraje bellísimo, en una playa en las inmediaciones de Northton. El sitio era demasiado bonito como para dejarlo pasar sólo por estar más cerca del ferry que nos trasladaría al otro bloque de islas. La decisión, que fue todo un acierto, nos obligó, sin embargo, a levantarnos a las 7 de la mañana, desayunar algo ligero y recoger rápido las pertenencias para cubrir los 7,5 km. que nos separaban hasta el ferry de Leverburgh. Con los víveres ya escaseando, la cena tampoco había sido ningún banquete; de modo que comenzamos la etapa con sensación de tener poca gasolina, en un día frío y con el cielo encapotado.

Leverburgh, como no podía ser de otra manera, eran cuatro casas junto al puerto, así que nuestra ilusión de completar el desayuno de manera decente mientras esperábamos el ferry, se vio un poco diluída, como el café que nos tomamos en un food track, acompañando a un bocatín guarrote de salchichas.

La llegada a North Uist (aunque, técnicamente, el ferry llega hasta el islote de Berneray, que está unida a North Uist por un puente de unos 400 metros muy cercano al puerto) fue premonitoria de la etapa que nos esperaba y que no tuvo nada de paseo: en cuanto cruzamos el puente entre Berneray y North Uist, una ráfaga de viento en contra, cargada de agua, nos duchó por completo en apenas tres minutos. Esa fue la bienvenida. Poco después, en el km. 28,9 de nuestra ruta del GPS (en el 15,9 real [en adelante, haré siempre referencia al kilométraje del GPS, porque así lo encontraréis en los mapas de Wikiloc e IBPindex]) decidimos coger la A865 a la izquierda, para rodar así por la parte noroeste de la isla, donde, en teoría, se puede ver fauna salvaje. Nosotros, sin embargo, no vimos nada reseñable, a excepción de unas cabras. Bien al contrario, la sensación de soledad era ya abrumadora, una vez hubimos dado cuenta de nuestras últimas barritas energéticas a la altura de un páramo denominado -con buen criterio- Sollas.


En algún lugar entre Malacleit y Sollas, pero, vamos, que "Sollos" nos sentíamos nosotros


La isla de North Uist nos pareció que tenía muchas similitudes con Lewis: muy plana, ventosa; compuesta de turba y poco más. Perfectas para haber rodado en cualquiera de ellas aquella legendaria escena de Trainspotting sobre el orgullo de ser escocés. O quizás, simplemente, era que empezábamos a estar un poco hasta los coj... de todo aquello, jajaj.

Finalmente, en medio de la carretera y rodeado sólo de turba, en el km. 50 de nuestra ruta, apareció nuestro particular oasis en forma de economato/ultramarinos, donde al fin pudimos comer algo en condiciones. En esos momentos rodábamos ya en clara dirección S, pero, del mismo modo que nos había ocurrido en la jornada anterior, la sensación de viento en contra nos llevaba acompañando todo el día, independientemente del sentido de nuestra marcha.

Con algo más de gasolina y ánimo, aunque también con los mismos lastres (viento en contra y single track con passing places) continuamos hacia la siguiente isla, Benbecula. Por suerte, Benbecula cuenta con un aeropuerto que la conecta con otras islas (así como con Glasgow e Inverness), y esto la dota de cierta oferta de restauración: dos café/bares, para ser exactos, jajaj. A sólo dos millas del café, otra tormenta, mucho más intensa que la de la mañana, nos caló hasta los huesos.

Por todo lo expuesto, la estancia en el café fue prolongada. La verdad es que el sitio era muy agradable (sobre todo si llegas empapado y hambriento), servían comida rica a buen precio y nos dejaron cargar nuestros casi agotados móviles. Esperamos, pues, con tranquilidad a que escampara y se secaran un poco nuestras prendas.


Loch Druidibeag, muy cerquita ya de Lochboisdale


Para cuando salimos del café, et voilá: el cielo volvía a ser azul y el viento había amainado de manera notable. Por fin, las "blower" Hebrides parecían dejar de torturarnos en nuestros últimos kilómetros. Elegimos desandar el camino hasta el desvío al aeropuerto, en el km. 86,6, donde volvimos a tomar la A865 en dirección S. Unos pocos kilómetros más allá, en el 94, y coincidiendo con la llegada a South Uist, la carretera se ensanchó y se hizo de doble dirección, permitiéndonos rodar ya muy tranquilos y deleitarnos en los últimos kilómetros hasta Lochboisdale. Si decidís pernoctar en Lochboisdale, tenéis la opción de un hotelito junto a la terminal de ferrys, o la opción low cost: una plazoleta con césped situada detrás de unos aseos públicos bastante cuidados. Nosotros plantamos ahí nuestras tiendas después de un merecido homenaje a base de fish and chips, pintas de cerveza y compadreo con los lugareños en el bar del hotel, poniendo así el broche final a nuestra aventura.


Loichboisdale. Fin de ruta


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Nuestro regreso a Edimburgo nos llevó prácticamente un día más. Tened en cuenta que el ferry a Oban tarda unas tres horas y pico, y el tren de Oban a Edimburgo, cuatro horas. Es un viaje chulo, sobre todo cuando el ferry se adentra en el estrecho de Mull (el brazo de mar que separa la Isla de Mull del resto de Escocia) hasta Oban, en el caso del ferry; y también cuando el tren se adentra en el Parque Nacional de Loch Lomond and The Trossachs.

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Bueno, como decía al inicio, espero que hayáis disfrutado de las batallitas de abuelo cebolleta y que os haya servido de inspiración y motivación a los que tengáis ganas de rodar por estas tierras. No dudéis en hacernos cualquier consulta y ¡a disfrutar de la bici!





TERCERA PARTE: WEST COAST TRIPTYCH

TERCERA PARTE: WEST COAST TRIPTYCH
ETAPA 6. STROMEFERRY - TORRIDON


http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958794
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507858412119&LAN=es

"Etapa de transición" -como reza el argot de la prensa deportiva-, que, traducido, viene a ser algo así como que nada demasiado noticiable; te puedes echar la siesta tranquilamente hasta el sprint (jajaj). Ciertamente, la sexta etapa, con sólo 56 km. de recorrido, decidimos tomárnosla con algo de sosiego. Después de desayunar, y aprovechando que había escampado y lucía un espléndido sol, limpiamos y engrasamos de nuevo a nuestras compañeras -que ya lo iban necesitando- y el Toro volvió a ajustar su porta.

Fue también la primera etapa en que notamos ya en cansancio y el primer repecho de 1 km. con un desnivel del 9 % por la carreterita que, desde el hostel nos devolvía a la A890, nos puso el desayuno en la garganta y el tembleque en las canillas. Esta carretera, que bordea el Loch Carron, tiene un montón de miradores a este entrante del mar. En uno de ellos conocimos a unos moteros italianos muy simpáticos con los que iríamos coincidiendo aquí y allá durante toda la jornada y con los que acabamos arreglando Italia, España y Escocia, jajaj.


No fue extraño encontrarnos coches de época a lo largo de toda la costa oeste escocesa


Al poco de pasar Strathcarron, dejamos la A890 para tomar a la izquierda la A896 y, después de otro café en Lochcarron, dimos otro arreón hasta Tornapress, donde hay una cafetería. Allí tuvimos que decidirnos entre coger la carretera a la izquierda, que lleva a Appelcross y, de allí, por toda la orilla de esa pequeña peninsulita; o seguir recto por la A896, en dirección Shieldaig. Decidimos seguir recto y, posteriormente, nuestros amigos italianos nos dijeron que nos habíamos perdido una "wildlife meravigliosa" (me encantan estos mixes lingüísticos); así que, si tenéis fuerzas, adelante (según nuestros cálculos salían cuarenta y tantos kilómetros más, ojo).



En las inmediaciones de Tornapress, en uno de los passing place, que tan familiar se nos haría en las Islas Hébridas


Shieldaig, como de costumbre, eran cuatro casas mal contadas; de manera que comimos algo ligero de nuestras provisiones, resguardados de un pequeño chaparrón, y afrontamos los últimos 13 km. hacia el Scottish Youth Hostel de Torridon. 

Las montañas areniscas de Torridon producen formaciones aterrazadas espectaculares. A consecuencia de ello, Torridon es un lugar bastante visitado por amantes del trekking y el biking, y el hostel, ciertamente, está a la altura. Momento para la segunda colada, cenota a base de "pollo tika masala" y birras -que se vendían en el mismo hostel- y recuperar fuerzas.

ETAPA 7. TORRIDON - AULTBEA

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958814
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507859983568&LAN=es

El cielo amaneció bastante guarrote en comparación a la tarde anterior. Al poco de comenzar a rodar, cogiendo la A896 en dirección Kinlochewe, ya nos dimos cuenta de que nos disponíamos a sufrir nuestro segundo chaparrón de la ruta (ninguna queja, en un país que tiene más de 250 días lluviosos al año). Fue también el primer día en que nos dimos cuenta que, en general, el viento nos estaba soplando siempre favorablemente. Un par de días más tarde, nos lo explicaría un músico-trotamundos-lingüista (un personaje -en el mejor sentido de la palabra- de esos que tienen luz propia): la costa oeste de Escocia y sus islas occidentales reciben los vientos que se generan en el Golfo de México, de manera que es muy raro que el viento no sople del sur o suroeste y, a veces, de forma muy potente. Esta información, claro, habría sido muy valiosa antes de diseñar la ruta y dejarnos como colofón lo que vinimos a llamar "el Díptico de las Hébridas": dos etapas por encima de los 100 km. en estas islas, justo en dirección contraria al viento, jajajja.

Pero sigamos con la etapa que nos ocupa. Al poco de superar Kinlochewe, habiendo ya tomado la A832 con dirección Charlestown, escampó. Un poco más adelante, al dejar el Loch Maree, nos adentramos en un terreno más sinuoso, de sube y baja. Precioso, pero nos acabó de abrir el pequeño agujero que llevábamos en el estómago. En busca de bares, decidimos pues, en el km. 45,1 de nuestra ruta, coger un desvío a la izquierda, una pequeña carreterita que daba servicio a unos cuantos pequeños pueblos: Shieldaig, Lecknasaide, Badachro, Port Henderson,... Adivináis qué pasó? Bingo! Los pueblecitos eran de tangue, para variar. Shieldaig resultó ser un enorme y elitista restaurante, decorado con multitud de veleros a escala. Nada menos, pero nada más. Ahora sé, eso parece indicar google maps, que si hubiéramos porfiado por esa carreterita, probablemente sí hubiéramos podido comer un poco más allá, en Badachro; pero, como digo, eso lo sé ahora: en ese momento no lo teníamos claro y la montaña rusa que estaba siendo la carretera a partir del desvío -y que, con el estómago lleno, nos lo habría hecho pasar de rechupete- junto con la manía de llamar pueblo a cualquier cosa, nos estaba poniendo ya una mala hostia considerable. Afortunadamente, soló 3,5 km. después de regresar al cruce, encontramos bares donde saciar nuestro apetito en Charlestown.


Gairloch, un poquito más allá de Charlestown


Después de unas cervezas y una hamburguesa, todo se ve mejor, y al reemprender la marcha nos dimos cuenta de lo maravillosas que son las playas de esta zona de Escocia. Poco atractivas al baño, eso sí, pero majestuosas. Nuestro camino sería siempre por a A832 hasta, en principio, alcanzar el Loch Ewe y acampar en el camping de Poolewe. Una vez allí, sin embargo, decidimos seguir un poco más, arañándole así algún kilómetro a la etapa siguiente y aprovechándonos de que en este país se puede acampar hasta en los parques municipales. No es coña: plantamos la tienda en el parque (bueno, apenas un par de bancos de madera en un prado muy mullidito, eso sí) de la siguiente localidad; Aultbea.


Acampando en el parque del pueblo (qué bien pensábamos que íbamos a descansar)



ETAPA 8. AULTBEA - ULLAPOOL

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958843
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507862351582&LAN=es

Ni la satisfacción de dormir en un sitio con un montón de historia (la Royal Navy encontró en Loch Ewe un buen fondeadero para sus buques durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Scapa Flow se quedó expuesta a los ataques de la Luftwaffe), ni el cansancio ya acumulado, ni las tres pintas que nos tomamos para cenar, hicieron que consiguiéramos dormir bien aquella noche. El motivo es que el viento de componente SO del que ya hemos hablado comenzó a tener una fuerza muy grande. No tanto como para comprometer la sujección de nuestras tiendas de campaña, pero sí para que, dentro de las mismas, aquello silbara como si estuvieras metido en una auténtica tormenta de nieve. En fin, pros y contras del "campingsmo", si es que ese palabro existe.

Emprendimos la marcha por la A832 en dirección NE para hacer un tramo interior de unos 5,5 km., hasta alcanzar Laide. Desde aquí, la carretera discurre muy cercana a la costa durante 10 km. más, con playas tan guapas como las de la jornada anterior. Al alcanzar Mungasdale, un repecho nos despidió de la Gruinard Bay para ganar la suficiente altura y tener unas vistas espectaculares a Little Loch Broom y Loch Broom, el siguiente brazo de mar. Sólo 180 msnm, pero las rodillas ya iban pidiendo ibuprofeno.


Loch Broom y su hermano pequeño. La panorámica es mejorable, está claro (jajaj)
Una de las preciosas playas por las que pasamos: la de Mungasdale


Un poco más adelante, en Dundonnell, en el km. 33 de nuestra etapa, comenzamos un puerto que, ciertamente, se nos atravesó: primeros tres kilómetros muy tendidos, pero, como quiera que virábamos en dirección S, nos encontrábamos con el viento cada vez de manera más frontal. Después, otros 4,5 km. con pendiente media del 5,3 %, pero rampas del 7 y 8 %. Y para rematar, un falso llano de otros 4 km. y muchísimo viento netamente en contra.

Al poco de haber coronado, y antes de tomar una gran curva de 90 º a izquierdas que casi nos recolocaría en la misma dirección del viento, tomamos un caminete a nuestra derecha para visitar el Loch a'Bhraoin, pero en apenas 300 metros el camino se puso difícil y decidimos dar media vuelta, bajo la consigna: "tampoco parece que sea la hostia" (el recuerdo de "Hell Affric" seguía muy presente, jajaj).

Un poco más allá, en el km. 55 de nuestra etapa, llegamos a Corrieshalloch Gorge y las Falls of Mesach: un lugar de postal donde el River Droma se encajona en una falla y la cincela de formas increíbles, cascada de 45 metros incluída. Tiempo para regocijarnos en la naturaleza, descansar un rato y jalarnos un pulled pork cerdote (valga el pleonasmo) pero delicioso.


Corriershalloch Gorge


Nada más montarnos de nuevo en las burras, encontramos la A835, la cual tomamos a la izquierda y, casi sin dar pedales, nos dejó en Inverbroom Lodge. Después, un último arreón de 10 km., siempre bordeando el Loch Broom, nos llevó hasta nuestro destino: Ullapool.

Quizás por ser la última, quizás por el dolor de rodillas, quizás por el factor del viento o quizás por ese puertecete cabrón de Fainmore, la última etapa del "Tríptico de la Costa Oeste" [sí, nos ponemos muy espléndidos con los nombres, pero, ¿qué queréis que os diga? forma parte del juego de la bici, ¿no? jajaj], sin ser una heroicidad, sí fue la más dura de las tres y el octavo consecutivo dando pedales. Momento, pues, para un día de descanso en Ullapool.

viernes, 14 de julio de 2017

SEGUNDA PARTE: "HELL" AFFRIC

SEGUNDA PARTE: "HELL" AFFRIC
ETAPA 4. DRUMNADROCHIT - S. Y. H. GLEN AFFRIC (ALLBEITHE)

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958737
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507852551040&LAN=es

Toro me había hablado de un valle mágico que no debíamos dejar de visitar: Glen Affric (glen es el palabro que los scottish utilizan para valle). Glen Affric es una Reserva Natural donde se encuentran vastos bosques de pino caledoniano, que es, hoy en día, prácticamente una rareza. Además, el valle y el río, River Affric, que recoge sus aguas del Loch Beinn a'Mheadhoin (y éste, a su vez, del macizo de Càrn Eige), adquieren formas y colores que no pueden dejar indiferente a cualquier amante de la naturaleza. Nuestro zigzagueo de los tres primeros días había sido en parte debido a que Glen Affric era uno de los destinos irrenunciables. Sin embargo, no teníamos bien resuelta la etapa; esto es, no teníamos claro como salir de Glen Affric hacia el "tríptico de la Costa Oeste". Otro error, como veremos enseguida. Pero no adelantemos acontecimientos.

Lo cierto es que parecía que por fin estábamos cumpliendo con los cánones del buen cicloturista. La jornada anterior la habíamos finalizado pronto, pudiendo dar un paseo por el pueblo para relajar las piernas, además de visitar el museo de "Nessie" (la parte gratuita, claro, jajaj), pimplarnos algunas birras, disfrutar de un solecete muy agradable que se quedó y cenar de los víveres que transportábamos, ahorrando así algún pound y aliviando un tanto las alforjas. El día que nos ocupa, siguiendo la misma línea, nos levantamos pronto, desayunamos opíparamente todo lo que la buena señora del B & B nos puso, cogimos su colada limpia y perfumada y emprendimos la marcha temprano.


La tarde anterior, capturando a Nessie


La ruta hasta Cannich, donde ya se puede considerar que comienza Glen Affric, no presentó ningún problema: desde el B & B, continuamos 300 metros por la A82 hasta la siguiente bifurcación, donde tomamos a la izquierda la A831. Esta carreterita, muy poco frecuentada, tiene una ligerísima tendencia ascendente y transcurre práctimente paralela al River Enrick hasta el km. 14, donde superamos un pequeño repechete para volver a bajar abruptamente, cambiar así de valle y encaminarnos a Cannich.

Una vez allí, torcimos a la izquierda por una carreterita ya bastante estrecha, sin apenas señalización, en dirección a la central hidroeléctica. A partir de ahí, km. 23, y hasta el 28,5, aproximadamente, comenzaría la única dificultad montañosa, por decirlo generosamente. Es verdad que la carretera tiene una tendencia ascendente más pronunciada y que el valle se va encañonando sin dejar su frondosidad; es cierto que la vegetación es profusa y que el río se deja oír cada vez de forma más notable, puesto que los saltos de agua son cada vez más altos; pero que nadie busque aquí épica del ciclismo porque los desniveles medios son de apenas el 3 %. Luego, el valle vuelve a abrirse y las aguas del río a apaciguarse para formar, definitivamente, el Loch Beinn a'Mheadhoin, dejando así una estampa de valle de alta montaña, aunque sólo estuviéramos a 230 msnm.



River Affric encañonándose


Entre foto y foto, llegamos al parking de coches en el km. 37,5, y a partir de aquí empezaron las dudas, primero, y la improvisación, al poco (jajaj). En un primer momento, tomamos el camino hacia el Glen Affric Lodge... hasta que nos topamos con una valla. Volvimos y cogimos entonces el camino que bordea Loch Affric por su lado sur. Aunque el camino se había tornado bastante pedregoso para lo cargados que íbamos y el balón de cubiertas que llevábamos, decidimos seguir adelante con precaución. Todavía no os había comentado que, antes de iniciar la ruta, decidimos tunear las ruedas de nuestras compañeras de viaje con unas cubiertas más estrechas, con tal de que la bici rodara mejor en el asfalto, que a fin de cuentas iba a ser nuestra superficie en un 90% de la travesía (en mi caso le puse unas 700 x 35, en la nomenclatura francesa o unas 28 x 1,375, si preferís las pulgadas). Todavía hoy no sé si la inversión mereció la pena. Es cierto que rodé muy a gusto en asfalto, pero también es verdad que no es la velocidad lo que más importe en este tipo de aventuras.


Cerquita del parking de coches haciendo el gili

Como decía, bordeamos el Loch Affric por su lado sur. A partir de aquí, las opciones eran: 1) desandar parte de lo andado y buscar una pista, en dirección sur, que nos llevara a la A887 (para allí tomar esa carretera en dirección Dornie) o 2) seguir en dirección oeste por lo que, aparentemente, parecía una pista forestal y que nos conduciría hasta Morvich, para, allí, salir a la A887. Debemos admitir que ninguna de las dos opciones era óptima. En el primer caso, jugaba en contra la pereza de volver atrás, de recorrer muchísimos más kilómetros y, además, de no saber exactamente donde enlazar con esa pista, que en teoría pasaba por Tomich y nos llevaba a la carretera. La segunda opción parecía más atractiva, siempre por pista, remontando el River Affric, pero con la incertidumbre de cuán ciclable sería el camino. El pequeño empujón de ánimo que necesitábamos nos lo dio un lugareño con el que nos cruzamos justo al final del Loch Affric. A bordo de su 4 x 4, cuando le preguntamos si el camino era bueno para continuarlo en bici, nos respondió algo así como "better with this (señalando a su carraco), but no problem, guys, hahahahha"... ¡Cuanto renegaríamos después de ese -llamémoslo así- "campechanismo asilvestrado escocés"!

Despedirnos del recio escocés, tomar un puente que salvaba el River Affric y tener la primera avería mecánica, fue todo cuestión de segundos. Afrontábamos un repechón tras el puente y, desde atrás, vi cómo, en la bicicleta del Toro, los tornillos que fijan el porta a los tirantes de la rueda trasera saltaban por los aires y, portaequipajes y alforjas, fruto del peso y de la inclinación de ese momento, se iban a la parte posterior de la rueda trasera. Nosotros preocupados por las ruedas y la amortiguación, y resulta que lo que acabó petando fue el porta. La preocupación fue grande en un principio, porque uno de los tirantes del porta se había deformado producto del peso. Afortunadamente, forzándolo, pudimos, si no devolverle la forma original, al menos sí que no rozara con la rueda trasera. Por otro lado, en algún momento en los días previos al viaje, decidí echar en la mochilla multiherramienta algún tornillo de repuesto para el porta (¡bendito momento de lucidez!), de manera que así salvamos este primer momento crítico. Para celebrarlo, nos preparamos unos espaguetis cocidos con agua del River Affric y aderezados de chorizo segoviano y pesto rojo que, probablemente, sean los que más ricos me han estado nunca. Rematamos con un carajillaco que nos puso el ánimo, de nuevo, en lo más alto -el espíritu del chuletón no puede nunca faltar en el ciclismo, amig@s.


El camino empezaba a no ser divertido. Con uno de los porta dañados, nada divertido



Al poco de reemprender la marcha nos dimos cuenta de que era prudente, en la mayoría de tramos, bajarnos de la burra y tirar de ella: la mecánica, una vez metidos en este valle en mitad de la nada, se había convertido en la prioridad absoluta. Al rato, unos excursionistas nos confirmaron que teníamos un Youth Hostel a un par de kilómetros; de manera que decidimos completar ese tramo final a pie, reponer fuerzas bajo techo y planear el resto de ruta.


Atardecer en el Youth Hostel


ETAPA 5. S. Y. H. GLEN AFFRIC (ALLBEITHE) - STROMEFERRY

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958746
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507855933318&LAN=es

La mañana de la quinta etapa fue la primera de amanecer jodidos de picotazos de midges o midgies, como dicen los scottish. Se trata de unos minúsculos mosquitos realmente numerosos, molestos y agresivos, hasta tal punto que existen incluso app con consejos para evitarlos, tratamientos para picotazos y hasta un mapa actualizado online de concentración de ellos. Su picotazo es bastante menor que el de los mosquitos que tenemos en estos lares; el problema es que son una auténtica plaga. Para no enrollarnos aquí, y como medida genérica, nuestro consejo es que evitéis en lo posible las zonas con agua estancada y poca ventilación.

Momentos antes de iniciar la etapa. Reinaba el buen humor (no teníamos ni p... idea de lo que nos esperaba, jajaj)

Como digo, nos levantamos ya con unos cuantos picotazos de midges, a pesar de haber dormido bajo techo. En mi caso, además, me había ido a dormir con el cuello medio contracturado y, a pesar de aplicarme un parche de calor, no había amanecido mucho mejor. Pero lo más preocupante fue cuando la encargada del Hostel, una señora hippie danesa que era un encanto, nos contó la noche anterior que el camino hasta Morvich, definitivamente, era muy complicado para ciclarlo, durante, al menos 5 millas.

Y así fue exactamente: los diez primeros kilómetros de ese etapa fueron de "empujing", a ratos extremo. El camino se convirtió en una sendita de trekking jalonada de piedras enormes, cuestas pronunciadísimas, encañonamientos angostos, mojones que salvaban arroyos, etc. Hacerlo con una mochilita, unas buenas botas de montaña y un bastón hubiera sido una delicia; pero hacerlo con una bicicleta de montaña -cargada hasta los topes- al hombro, y pisando con las zapatillas de bici por el verdín o la piedra fue un auténtico suplicio. Toro le echó un poco más de épica al asunto, por si no tenía suficiente ya de por sí. Con tal de no castigar su portaequipajes más, cogió su rak pack y se la colocó como una mochila, mientras que la Kamel se la colocó, sin más espacios posibles ya, en el pecho. En el km. 3, aproximadamente, los problemas crecieron un poquito más: una de mis baqueteadas alforjas de lona se abrió por la mitad, justo en la unión de dos costuras. Improvisamos un apaño con unos impermeables que llevaba para cubrirlas en caso de lluvia y unos pulpos, y continuamos. Aunque nadie dijo ni mu, un sentimiento casi de culpa -quizás habíamos arriesgado mucho metiéndonos en aquel rebautizado "Hell Affric"- empezaba a recorrernos el espinazo.


En la parte inferior podéis apreciar el camino. Como comento, imposible de ciclar
Momentos antes de que la alforja derecha se abriera por la mitad y nos pusiera, definitivamente, la congoja en el cuerpo

Finalmente, tras 10 extenuantes kilómetros bajo un sol de justicia, de "empujing", "on the shouldering", "arrastring" y otras poco ortodoxas técnicas de transporte de bicicleta, llegamos a un camino de doble rodada donde por fin nos podíamos montar a lomos de nuestras maltrechas burras. Antes, no obstante, tuvimos que hacer un descanso, echar mano de los víveres más calóricos que teníamos y recapacitar, ya desde una perspectiva optimista y entre risas, cómo la habíamos liado así de parda. 

Sin más contratiempos, pues, rodamos tranquilamente hasta Morvich y, desde allí, enlazamos con la A87 en dirección al Eilean Donan Castle. Seguíamos teniendo hambre pero también sabíamos que los horarios escoceces no son los españoles, y no queríamos perdernos el castillo. Probamos a comer algo en Dornie, pero, una vez más, nos sorprendió la poca entidad de los pueblos caledonianos: dos calles, una cervecería y, afortunadamente, eso sí, un ultramarinos donde pude encontrar aguja e hilo. Nada más.
Así pues, tuvimos que comer unos sánwiches guarrotes a precio de delicatessen en la tienda/bar del castillo para no perdernos la visita, que acabó siendo más apresurada de lo que nos hubiera gustado.


El f...ing Eilean Donan Castle, finalmente


Una vez visitado el castillo, retomamos la ruta hacia Stromeferry. Dejando atrás Dornie, en el km. 34,900, dejábamos la A87 para coger, a nuestra derecha, la A890, un puertecete de poco más de 4 km. con los dos primeros kilómetros al 8 %. A pesar de que nos cayó un chaparrón importante -el primero desde el comienzo de nuestra aventura-, todo parecía un juego de niños después de lo que habíamos penado en "Hell Affric". Al poco, tras superar Achmore, dejamos la carretera para desviarnos a nuestro hostel, situado en Stromeferry. 

Aquella noche, como colofón al periplo de "Hell Affric", me tocó remendar de arriba a abajo una de mis alforjas hasta casi la una de la mañana.


No es el trabajo más fino que hayáis visto, pero hizo su papel


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Quisiera hacer una última reflexión sobre nuestras peripecias en "Hell Affric": aun a riesgo de parecer un cenizo o un cortabolas, mi consejo es que no se realice el tramo desde donde tuvimos la avería hasta donde ya pudimos volver a montarnos en las bicicletas. Es verdad que puede parecer muy divertido -y, ciertamente, lo es- contar aquí o en una terraza de un bar, birras mediante, este tipo de aventuritas; pero no es menos cierto que el objetivo fundamental de estas líneas es inspirar y orientar. No, amig@s, no somos Jesús Calleja ni Roald Amundsen; nuestras gestas no las recogerá Wikipedia, ni falta que hace. Hacer ese tramo (en total, más de 15 km.) con una bicicleta cargada con alforjas, además de un suplicio, supone un riesgo muy elevado de dañar el material y, por ende, desbaratar el resto de travesía y con ella un montón de ilusiones. Avisados quedáis.