viernes, 14 de julio de 2017

SEGUNDA PARTE: "HELL" AFFRIC

SEGUNDA PARTE: "HELL" AFFRIC
ETAPA 4. DRUMNADROCHIT - S. Y. H. GLEN AFFRIC (ALLBEITHE)

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958737
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507852551040&LAN=es

Toro me había hablado de un valle mágico que no debíamos dejar de visitar: Glen Affric (glen es el palabro que los scottish utilizan para valle). Glen Affric es una Reserva Natural donde se encuentran vastos bosques de pino caledoniano, que es, hoy en día, prácticamente una rareza. Además, el valle y el río, River Affric, que recoge sus aguas del Loch Beinn a'Mheadhoin (y éste, a su vez, del macizo de Càrn Eige), adquieren formas y colores que no pueden dejar indiferente a cualquier amante de la naturaleza. Nuestro zigzagueo de los tres primeros días había sido en parte debido a que Glen Affric era uno de los destinos irrenunciables. Sin embargo, no teníamos bien resuelta la etapa; esto es, no teníamos claro como salir de Glen Affric hacia el "tríptico de la Costa Oeste". Otro error, como veremos enseguida. Pero no adelantemos acontecimientos.

Lo cierto es que parecía que por fin estábamos cumpliendo con los cánones del buen cicloturista. La jornada anterior la habíamos finalizado pronto, pudiendo dar un paseo por el pueblo para relajar las piernas, además de visitar el museo de "Nessie" (la parte gratuita, claro, jajaj), pimplarnos algunas birras, disfrutar de un solecete muy agradable que se quedó y cenar de los víveres que transportábamos, ahorrando así algún pound y aliviando un tanto las alforjas. El día que nos ocupa, siguiendo la misma línea, nos levantamos pronto, desayunamos opíparamente todo lo que la buena señora del B & B nos puso, cogimos su colada limpia y perfumada y emprendimos la marcha temprano.


La tarde anterior, capturando a Nessie


La ruta hasta Cannich, donde ya se puede considerar que comienza Glen Affric, no presentó ningún problema: desde el B & B, continuamos 300 metros por la A82 hasta la siguiente bifurcación, donde tomamos a la izquierda la A831. Esta carreterita, muy poco frecuentada, tiene una ligerísima tendencia ascendente y transcurre práctimente paralela al River Enrick hasta el km. 14, donde superamos un pequeño repechete para volver a bajar abruptamente, cambiar así de valle y encaminarnos a Cannich.

Una vez allí, torcimos a la izquierda por una carreterita ya bastante estrecha, sin apenas señalización, en dirección a la central hidroeléctica. A partir de ahí, km. 23, y hasta el 28,5, aproximadamente, comenzaría la única dificultad montañosa, por decirlo generosamente. Es verdad que la carretera tiene una tendencia ascendente más pronunciada y que el valle se va encañonando sin dejar su frondosidad; es cierto que la vegetación es profusa y que el río se deja oír cada vez de forma más notable, puesto que los saltos de agua son cada vez más altos; pero que nadie busque aquí épica del ciclismo porque los desniveles medios son de apenas el 3 %. Luego, el valle vuelve a abrirse y las aguas del río a apaciguarse para formar, definitivamente, el Loch Beinn a'Mheadhoin, dejando así una estampa de valle de alta montaña, aunque sólo estuviéramos a 230 msnm.



River Affric encañonándose


Entre foto y foto, llegamos al parking de coches en el km. 37,5, y a partir de aquí empezaron las dudas, primero, y la improvisación, al poco (jajaj). En un primer momento, tomamos el camino hacia el Glen Affric Lodge... hasta que nos topamos con una valla. Volvimos y cogimos entonces el camino que bordea Loch Affric por su lado sur. Aunque el camino se había tornado bastante pedregoso para lo cargados que íbamos y el balón de cubiertas que llevábamos, decidimos seguir adelante con precaución. Todavía no os había comentado que, antes de iniciar la ruta, decidimos tunear las ruedas de nuestras compañeras de viaje con unas cubiertas más estrechas, con tal de que la bici rodara mejor en el asfalto, que a fin de cuentas iba a ser nuestra superficie en un 90% de la travesía (en mi caso le puse unas 700 x 35, en la nomenclatura francesa o unas 28 x 1,375, si preferís las pulgadas). Todavía hoy no sé si la inversión mereció la pena. Es cierto que rodé muy a gusto en asfalto, pero también es verdad que no es la velocidad lo que más importe en este tipo de aventuras.


Cerquita del parking de coches haciendo el gili

Como decía, bordeamos el Loch Affric por su lado sur. A partir de aquí, las opciones eran: 1) desandar parte de lo andado y buscar una pista, en dirección sur, que nos llevara a la A887 (para allí tomar esa carretera en dirección Dornie) o 2) seguir en dirección oeste por lo que, aparentemente, parecía una pista forestal y que nos conduciría hasta Morvich, para, allí, salir a la A887. Debemos admitir que ninguna de las dos opciones era óptima. En el primer caso, jugaba en contra la pereza de volver atrás, de recorrer muchísimos más kilómetros y, además, de no saber exactamente donde enlazar con esa pista, que en teoría pasaba por Tomich y nos llevaba a la carretera. La segunda opción parecía más atractiva, siempre por pista, remontando el River Affric, pero con la incertidumbre de cuán ciclable sería el camino. El pequeño empujón de ánimo que necesitábamos nos lo dio un lugareño con el que nos cruzamos justo al final del Loch Affric. A bordo de su 4 x 4, cuando le preguntamos si el camino era bueno para continuarlo en bici, nos respondió algo así como "better with this (señalando a su carraco), but no problem, guys, hahahahha"... ¡Cuanto renegaríamos después de ese -llamémoslo así- "campechanismo asilvestrado escocés"!

Despedirnos del recio escocés, tomar un puente que salvaba el River Affric y tener la primera avería mecánica, fue todo cuestión de segundos. Afrontábamos un repechón tras el puente y, desde atrás, vi cómo, en la bicicleta del Toro, los tornillos que fijan el porta a los tirantes de la rueda trasera saltaban por los aires y, portaequipajes y alforjas, fruto del peso y de la inclinación de ese momento, se iban a la parte posterior de la rueda trasera. Nosotros preocupados por las ruedas y la amortiguación, y resulta que lo que acabó petando fue el porta. La preocupación fue grande en un principio, porque uno de los tirantes del porta se había deformado producto del peso. Afortunadamente, forzándolo, pudimos, si no devolverle la forma original, al menos sí que no rozara con la rueda trasera. Por otro lado, en algún momento en los días previos al viaje, decidí echar en la mochilla multiherramienta algún tornillo de repuesto para el porta (¡bendito momento de lucidez!), de manera que así salvamos este primer momento crítico. Para celebrarlo, nos preparamos unos espaguetis cocidos con agua del River Affric y aderezados de chorizo segoviano y pesto rojo que, probablemente, sean los que más ricos me han estado nunca. Rematamos con un carajillaco que nos puso el ánimo, de nuevo, en lo más alto -el espíritu del chuletón no puede nunca faltar en el ciclismo, amig@s.


El camino empezaba a no ser divertido. Con uno de los porta dañados, nada divertido



Al poco de reemprender la marcha nos dimos cuenta de que era prudente, en la mayoría de tramos, bajarnos de la burra y tirar de ella: la mecánica, una vez metidos en este valle en mitad de la nada, se había convertido en la prioridad absoluta. Al rato, unos excursionistas nos confirmaron que teníamos un Youth Hostel a un par de kilómetros; de manera que decidimos completar ese tramo final a pie, reponer fuerzas bajo techo y planear el resto de ruta.


Atardecer en el Youth Hostel


ETAPA 5. S. Y. H. GLEN AFFRIC (ALLBEITHE) - STROMEFERRY

http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=10958746
http://www.ibpindex.com/ibpindex/ibp_analisis_completo.php?REF=36507855933318&LAN=es

La mañana de la quinta etapa fue la primera de amanecer jodidos de picotazos de midges o midgies, como dicen los scottish. Se trata de unos minúsculos mosquitos realmente numerosos, molestos y agresivos, hasta tal punto que existen incluso app con consejos para evitarlos, tratamientos para picotazos y hasta un mapa actualizado online de concentración de ellos. Su picotazo es bastante menor que el de los mosquitos que tenemos en estos lares; el problema es que son una auténtica plaga. Para no enrollarnos aquí, y como medida genérica, nuestro consejo es que evitéis en lo posible las zonas con agua estancada y poca ventilación.

Momentos antes de iniciar la etapa. Reinaba el buen humor (no teníamos ni p... idea de lo que nos esperaba, jajaj)

Como digo, nos levantamos ya con unos cuantos picotazos de midges, a pesar de haber dormido bajo techo. En mi caso, además, me había ido a dormir con el cuello medio contracturado y, a pesar de aplicarme un parche de calor, no había amanecido mucho mejor. Pero lo más preocupante fue cuando la encargada del Hostel, una señora hippie danesa que era un encanto, nos contó la noche anterior que el camino hasta Morvich, definitivamente, era muy complicado para ciclarlo, durante, al menos 5 millas.

Y así fue exactamente: los diez primeros kilómetros de ese etapa fueron de "empujing", a ratos extremo. El camino se convirtió en una sendita de trekking jalonada de piedras enormes, cuestas pronunciadísimas, encañonamientos angostos, mojones que salvaban arroyos, etc. Hacerlo con una mochilita, unas buenas botas de montaña y un bastón hubiera sido una delicia; pero hacerlo con una bicicleta de montaña -cargada hasta los topes- al hombro, y pisando con las zapatillas de bici por el verdín o la piedra fue un auténtico suplicio. Toro le echó un poco más de épica al asunto, por si no tenía suficiente ya de por sí. Con tal de no castigar su portaequipajes más, cogió su rak pack y se la colocó como una mochila, mientras que la Kamel se la colocó, sin más espacios posibles ya, en el pecho. En el km. 3, aproximadamente, los problemas crecieron un poquito más: una de mis baqueteadas alforjas de lona se abrió por la mitad, justo en la unión de dos costuras. Improvisamos un apaño con unos impermeables que llevaba para cubrirlas en caso de lluvia y unos pulpos, y continuamos. Aunque nadie dijo ni mu, un sentimiento casi de culpa -quizás habíamos arriesgado mucho metiéndonos en aquel rebautizado "Hell Affric"- empezaba a recorrernos el espinazo.


En la parte inferior podéis apreciar el camino. Como comento, imposible de ciclar
Momentos antes de que la alforja derecha se abriera por la mitad y nos pusiera, definitivamente, la congoja en el cuerpo

Finalmente, tras 10 extenuantes kilómetros bajo un sol de justicia, de "empujing", "on the shouldering", "arrastring" y otras poco ortodoxas técnicas de transporte de bicicleta, llegamos a un camino de doble rodada donde por fin nos podíamos montar a lomos de nuestras maltrechas burras. Antes, no obstante, tuvimos que hacer un descanso, echar mano de los víveres más calóricos que teníamos y recapacitar, ya desde una perspectiva optimista y entre risas, cómo la habíamos liado así de parda. 

Sin más contratiempos, pues, rodamos tranquilamente hasta Morvich y, desde allí, enlazamos con la A87 en dirección al Eilean Donan Castle. Seguíamos teniendo hambre pero también sabíamos que los horarios escoceces no son los españoles, y no queríamos perdernos el castillo. Probamos a comer algo en Dornie, pero, una vez más, nos sorprendió la poca entidad de los pueblos caledonianos: dos calles, una cervecería y, afortunadamente, eso sí, un ultramarinos donde pude encontrar aguja e hilo. Nada más.
Así pues, tuvimos que comer unos sánwiches guarrotes a precio de delicatessen en la tienda/bar del castillo para no perdernos la visita, que acabó siendo más apresurada de lo que nos hubiera gustado.


El f...ing Eilean Donan Castle, finalmente


Una vez visitado el castillo, retomamos la ruta hacia Stromeferry. Dejando atrás Dornie, en el km. 34,900, dejábamos la A87 para coger, a nuestra derecha, la A890, un puertecete de poco más de 4 km. con los dos primeros kilómetros al 8 %. A pesar de que nos cayó un chaparrón importante -el primero desde el comienzo de nuestra aventura-, todo parecía un juego de niños después de lo que habíamos penado en "Hell Affric". Al poco, tras superar Achmore, dejamos la carretera para desviarnos a nuestro hostel, situado en Stromeferry. 

Aquella noche, como colofón al periplo de "Hell Affric", me tocó remendar de arriba a abajo una de mis alforjas hasta casi la una de la mañana.


No es el trabajo más fino que hayáis visto, pero hizo su papel


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Quisiera hacer una última reflexión sobre nuestras peripecias en "Hell Affric": aun a riesgo de parecer un cenizo o un cortabolas, mi consejo es que no se realice el tramo desde donde tuvimos la avería hasta donde ya pudimos volver a montarnos en las bicicletas. Es verdad que puede parecer muy divertido -y, ciertamente, lo es- contar aquí o en una terraza de un bar, birras mediante, este tipo de aventuritas; pero no es menos cierto que el objetivo fundamental de estas líneas es inspirar y orientar. No, amig@s, no somos Jesús Calleja ni Roald Amundsen; nuestras gestas no las recogerá Wikipedia, ni falta que hace. Hacer ese tramo (en total, más de 15 km.) con una bicicleta cargada con alforjas, además de un suplicio, supone un riesgo muy elevado de dañar el material y, por ende, desbaratar el resto de travesía y con ella un montón de ilusiones. Avisados quedáis.

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